jueves, 25 de septiembre de 2008
No sé si volveré
No sé si volveré, tierra querida,
mirar tus paredes rojiblancas.
no sé si volveré por tus veredas
volveré cruzando tus llamadas.
No sé si volveré con alegría
estrujando el pañuelo de mis lágrimas;
volveré con la frente muy serena
o, tal vez, con la mente atribulada.
Volveré con el cuerpo ya marchito
en la gran opulencia de la savia
si mis pies pisaran por tus caminos
tus aires cruzaré con blacas alas.
Yo te pido, si no vuelvo, que busques,
que me llames en las noches solitarias;
que me arranques si me cogen las sirenas,
de los fondos de los mares, y sus aguas.
Grítame por los bosques intrincados,
por las selvas donde el aire tanto brama,
por los prados donde corre el arroyuelo,
por los montes donde cantan las cigarras.
Búscame en las espigas del camino
como a un pajarillo entre las ramas;
búscame en las arenas del desierto
en el centro solitario de la nada.
Echa al aire el rodar de tus molinos,
haz sonar el quijote con su lanza;
mándame al buen Sancho con tu aviso
y yo iré a comer en tus posadas.
Si, al pisar los zarzales de la vida,
ves mis pies que, de heridas, se desangran,
lávalos con el vino de tu bota
y húndelos en el polvo de tu paja.
Si adivinas que mis ojos han perdido
ese brillo que en tus brazos vislumbraban,
úngelos en el agua de tus ríos,
de ese río que se pierde, el Guadiana.
Cógeme, si tú ves que se ha quemado
de mi cuerpo la juventud lozana.
Llévame al frescor de tus lagunas:
Redondilla, la Del Rey o la Colgada.
Déjame, respirando en esa orilla,
donde crecen los romeros y las dalias
y, soñando, al perfume de su brisa
volveré a ser feliz ¡mi tierra amada!
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