jueves, 25 de septiembre de 2008
Ese hombre
Al volver de un camino,
tremendamente largo,
con las tierras resecas
y todo ya segado.
Las flores son las sombras
de pétalos dormidos,
las espigas el llanto
de un sol adormecido.
Hoy vengo a ver al hombre
que tanto me quería,
el que nunca de mí
su mirada ha apartado,
El que a mi oído triste
susurraba un suspiro
y, con frases divinas,
me apartó del pecado.
Hoy vengo a ver al hombre
que, en su frente, tenía
una diadema ruda
prendida como un clavo.
Su cuerpo descarnado,
como un sarmiento seco
sus pies lacios y fríos,
cual púrpura morada.
Hoy vengo a ver al hombre
que tanto me quería
y he mirado sus ojos
de fiel enamorado.
Y no pude decirle
que yo también le quiero
pues, un nudo de angustia
mis labios ha sellado.
Hoy vengo a ver al hombre
que sus brazos me abría,
he mirado su pecho,
que aún sigue desgarrado.
Una lágrima he visto
correr por sus mejillas
cuando besarle quise
la llaga en su costado.
Me aparté de repente
de ese cuerpo bendito
al ver, con amargura,
que seguía clavado.
No curaron las ciencias
su herida ni su grito.
nadie bajó esos brazos
que tendrá tan cansados.
Coger quise su cuerpo
como un niño dormido
y un almohadón de estrellas
hacer en mi regazo.
Quise curar su herida
con besos de ternura,
quise lavar sus ojos
con bálsamo sagrado.
Hoy vuelvo a ver al hombre
que a este pueblo vigila,
que, firme, en esa cruz
nos cubre con su abrazo
que una llama de fuego
desprende su figura
y el amor que nos tiene
traspasa como el rayo.
Hoy he visto a ese hombre
y "Cristo" le decimos,
y "Cristo" en la desgracia
a gritos le llamamos.
Y una antorcha encendida
son nuestros corazones
cuando entonamos juntos
a "Cristo" nuestros cantos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario