jueves, 25 de septiembre de 2008

Al Cristo del Valle



Señor,... soy polvo,
una brizna brotada en tu camino,
soy una gota de agua,
un silencio... una lágrima seca,
un suspiro...

Soy, Señor, una pisada,
una huella perdida,
soy un beso. Un beso
que quedó sobre tu carne,
un clavo de tu Cruz, un sentimiento.

Pero soy, Señor, soy, de tu campo
un grano de trigo;
de tu huerto, pequeña mata de albahaca;
de tu camino, una piedra,
una sombra, una rendija
por donde mira el recuerdo.

¡Señor, yo quiero que sepas
que soy fruto de tu huerto...
que nació y se hizo maduro
sobre tus ramas!

Mi cuerpo lleva en sus venas
sangre de un Cristo sereno.
Pero, Señor, ¡ay, qué tristes,
qué tristes son los recuerdos!

Si soy polvo, volveré
sobre el polvo de tu viento,
y me perderé en tu día
por el espacio y el tiempo;
porque se abre en el camino
de mi sentir, un misterio.

En el día de tu fiesta,
¡ay, Cristo, cómo te siento...!
¡Cómo me duele la ausencia!
¡Cómo se añora el regreso!

Señor, no olvides que soy
fruto criado en tu huerto,
polvo que arrastra la vida,
piedra rodada... silencio,
dolor porque hoy yo no pongo
sobre tu costado un beso.

Y me duele la distancia,
se me ha enroscado en el cuerpo;
paralítica, mi alma
va troceando el recuerdo.

"Llevarlo quiero...”
dice la copla que canta,
en tu procesión, mi pueblo.

"¡Hasta la muerte, mi Cristo,
llevarte conmigo quiero!"...

14 de Septiembre. 1979

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