jueves, 25 de septiembre de 2008

¡Abridme la puerta!



Ábreme la puerta, amigo,
ábrela de par en par
que mi camino es un grito
y tengo que descansar.

Ábreme la puerta, amigo,
que tengo que recoger
los recuerdos que aquel día
olvidados me dejé.

Abrid la puerta del tiempo,
dejadme entrar ¡por favor!
que, sembrado dejé un día,
y abonado, el corazón.

Los años me han recordado,
justo donde lo sembré,
a la sombra de aquel árbol
donde contigo jugué.

A la orilla de aquel huerto
donde el reguero corría,
donde crecían las flores
y las ovejas comían.

Donde la noria da vueltas,
donde el patatar crecía,
donde se inclinaba el hombre
que aquellos surcos abría.

Donde cantan las cigarras,
donde la alondra dormía,
donde la siesta callada
mil silencios repetía.

En los flecos de la Luna,
en esa estrella perdida,
en el centro de la noche
o al borde del mediodía.

En estos sitios yo tengo
unas ideas perdidas,
unas frases olvidadas,
una lágrima escondida.

No me cerréis, ¡por favor!
la puerta de este misterio
que, hoy, quiero pasito a paso
recorrerlo en mi silencio.

Abridme la puerta, amigos,
abridla de par en par
que aquí dejé mis raíces
y las tengo que regar.

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