viernes, 24 de julio de 2009

Desgarro



Esta poesía la escribo, un día que pensé me sentía libre de mis muchas preocupaciones. Mis seis hijos y mi marido, ocupaban todas las horas de mi vida. Ese fin de semana; unos marcharon a casa de los abuelos, otros a un campamento, mi marido a un cursillo y yo tan feliz y contenta, me colgué el bolso y salí a la calle para disfrutar de mi libertad. Lo que yo jamás pensé que al regresar a casa, me esperaba, algo mucho más duro, y que yo no conocía... La soledad.

Ante la puerta cerrada
puse la llave con miedo,
en el umbral me he parado,
para mirar… el silencio.
Me pasé a la habitación
y había en un cenicero,
los restos de unos pitillos
que lentamente se ardieron.
Las copas están vacías
y una botella en el suelo,
sentía como la noche
helaba todo mi cuerpo.
Me olía a todos, a ti,
a palabras, a silencios,
a regañinas, a broncas,
a tristezas, a contentos,
a caricias, a ternuras,
a risa, a llantos, a besos…
Y yo estaba sola. Así,
frente a frente a los recuerdos.
Cogí la copa vacía
y la llene a chorro lento,
y de un trago largo, apuro,
todo ese amargo silencio.
Me recosté en el sillón
y le llamé, ¡compañero!
mis ojos se iban nublando
de copas y lagrimeos.

Tiré la copa con rabia
y la pisé por el suelo,
grité al silencio, y a nada,
lloré, no sé cuanto tiempo,
luego dormí, no sé cómo
y desperté, no me acuerdo.
La casa, seguía triste,
igual que un baile de muertos,
la cafetera vacía,
las tostadas en el fuego
apagadas, y resecas
con el corazón muy negro.

Salí otra vez a la calle,
y no encontré nada nuevo
todo era, pardo y confuso,
todo rumores inciertos.
Abrí otro vez esa puerta
y una luz se fue muriendo,
quedé tirada en la alfombra
como un delfín prisionero,
como una mancha de vino,
como el rumor de un lamento,
como una serpiente herida
enroscada por el suelo.
La puerta, estaba cerrada
y en el umbral, el silencio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta poesia me recuerda muchos momentos de mi vida.¿pARA CUANDO UN LIBRO? UNA MADRE