¡Que cuide Dios la espiga y el sembrado,
que florezca la vid y el limonero
y ese trigo ya esté multiplicado
cuando crezcan y florezcan los romeros!
Ve limpiando la troje, campesino,
ve quitando los cardos de la era,
ve lavando los costales amarillos
y engrasando los ejes en galera.
Cuánto callo endurecido se ha formado
en tus manos requemadas y navieras.
Cómo hueles a sudor, a sol y a frío,
y tu frente envejecida es una queja
que en los campos castellanos se levanta
con silencio, con amor y con nobleza.